Los Reyes de Israel en la guerra espiritual: David vs. Saúl
En I y II de Reyes y I y II de Crónicas todos los reyes de Judá son evaluados en comparación con su padre David quien siempre fue fiel al Señor su Dios.
El grado de éxito de los reyes de la dinastía de David fue evaluado según esta norma espiritual y en cada caso las consecuencias eran históricas y concretas. Ganaron o perdieron guerras, había justicia o injusticia y prosperidad o pobreza de acuerdo con la fidelidad del rey al Señor.
Siendo que David es la marca de éxito según Dios vale la pena estudiar su vida para entender mejor los reinos de sus hijos.
Se ve un contraste marcado entre la vida de David y Saúl, que ilustra lo que significa ser siempre fiel al Señor Dios. David siempre busca la voluntad de Dios; Saúl asume que está bien con Dios según las circunstancias y cuando parece que van según sus propios deseos. En 1 Samuel 23 esta diferencia está muy clara.
Los filisteos atacaron el pueblo de Queilá y cuando David se enteró consultó al Señor, “¿Debo ir y luchar contra los filisteos?” El Señor le dijo que sí. Cuando los soldados expresaron sus dudas David consultó otra vez al Señor para confirmar la decisión y otra vez el Señor le dijo que fuera y que iba a entregar al enemigo en sus manos. (1 Samuel 23:1-6)
Cuando se enteró Saúl que David iba a Queilá asumió que Dios había entregado a David en sus manos. Dijo, “¡Dios me lo ha entregado! David se ha metido en una ciudad con puertas y cerrojos, y no tiene escapatoria.” Dijo esto a pesar de saber que la voluntad de Dios era que David lo iba a reemplazar como Rey en la siguiente generación y no su hijo Jonatán.
Jonatán dijo a David, “No tengas miedo—le dijo—, que mi padre no podrá atraparte. Tú vas a ser el rey de Israel, y yo seré tu segundo. Esto, hasta mi padre lo sabe.” (1 Samuel 14:17). Nota que Saúl no consultó a Dios sino que asumió que Dios estaba con él.
En cuanto David sabe que Saúl venía con su ejército para destruirlo consulta al Señor otra vez. Esta vez lo hace por medio del líder espiritual o religioso, Abiatar el sacerdote Levita que llevaba el efod [1].
“¿Nos entregarán los habitantes de Queilá a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y el Señor le contestó: —Sí, los entregarán.” (vs. 12). Así David escapó de la mano de Saúl. En las dos ocasiones David obedeció la palabra del Señor. En la primera ocasión ganó una batalla y en la segunda escapó del desastre que Saúl tenía planeado para él. En contraste Saúl asume que Dios está con él sin consultarlo y en este tiempo se vuelve enemigo de Dios.
Las acciones de los dos hombres ilustra el enlace estrecho entre lo espiritual y lo material. Si uno quiere éxito en la vida, tiene que empezar con Dios quien es espíritu, es decir no material pero real y todopoderoso. No puedes burlarte de Dios, lo que el hombre siembra cosechará (Gálatas 6:7).
La respuesta de David y Saúl al ser confrontado con su pecado es también muy diferente. Cuando Natán confrontó a David por su pecado con Betsabé, adulterio y homicidio, diciendo, “¡Tú eres ese hombre!”, David respondió, “¡He pecado contra el Señor!”
Cuando Samuel confronta a Saúl en dos diferentes ocasiones Saúl no acepta su responsabilidad sino ofrece pretextos para justificarse.
En la primera ocasión no esperó a Samuel para ofrecer los sacrificios antes de ir a la guerra contra los filisteos. Su respuesta a Samuel era, “Pues como vi que la gente se desbandaba, que tú no llegabas en el plazo indicado, y que los filisteos se habían juntado en Micmás, pensé: “Los filisteos ya están por atacarme en Guilgal, y ni siquiera he implorado la ayuda del Señor.” Por eso me atreví a ofrecer el holocausto. Samuel respondió, “¡Eres un necio! No has cumplido el mandato que te dio el Señor tu Dios.” (1 Samuel 13:11-13).
En la segunda ocasión no cumplió con el mandato de Dios de eliminar todo el pueblo de los amalecitas. Saúl era tan egoísta que después de la batalla fue a Carmel para erigir un monumento a él mismo. Luego Saúl y Samuel se encuentran y Saúl atreva decirle que había cumplido con todas las instrucciones del Señor. Pero no fue así, no destruyó a los rebaños de los amalecitas y no había matado a su rey.
Samuel le pregunta, “Pues, ¿qué significa estos sonidos de las ovejas y vacas que escucho?” Saúl contesta otra vez con un pretexto para justificar su desobediencia, “Son las que nuestras tropas trajeron del país de Amalec. Dejaron con vida a las mejores ovejas y vacas para ofrecerlas al Señor tu Dios, pero todo lo demás lo destruimos.” No solo mintió también culpa a las tropas supuestamente bajo su mando. ¡Que comandante tan excelente!
Las dos características de David que son la norma para los demás reyes de su dinastía son:
1- Siempre buscar la voluntad de Dios antes de tomar una decisión o acción y
2- Aceptar la responsabilidad por medio de confesar y arrepentir de sus pecados.
Hay una conexión indivisible entre estos hábitos espirituales y las acciones y decisiones tomadas en las vidas de los reyes David y Saúl. El ejemplo es David tanto para nosotros como para sus hijos los reyes de Judá.
El Pacto
Nada de esto tiene sentido si no entendemos y tomamos en cuenta el Pacto entre Dios y el hombre. Un pacto es un acuerdo entre dos personas no iguales que incluye obligaciones y está sellado con un juramento. Dios es tan diferente a nosotros que no puede relacionarse con nosotros a su nivel. Somos sus criaturas y Él es Dios. Dios eligió relacionarse con nosotros por medio de un pacto. Dios hizo un pacto con sí mismo de condescender al nivel de su creación para preservarla y salvarla de la causa del pecado, no solo al ser humano sino toda la creación y por medio de su representante el ser humano.
El pacto siempre ha sido el mismo pero expresado en diferentes formas a lo largo de la historia. Hablamos del pacto de Noé, de Abraham, de Moisés, de David y el Nuevo Pacto. Todos tienen las mismas características. La forma del pacto que es consistente en todos e incluye cinco clausulas:
1. ¿Quién es el mero mero? – Dios
2. ¿Quién es su representante? Seres humanos que funcionan como sus representantes en la tierra y las instituciones que Dios decretó: la familia, la iglesia o asamblea de su pueblo y el gobierno civil.
3. ¿Cuáles son las reglas? – la Ley de Dios, las estipulaciones del pacto. Se contiene en los 10 mandamientos y las leyes de caso en toda la Biblia.
4. ¿Cuáles son las sanciones para obedecer o desobedecer las reglas? – Las bendiciones y maldiciones por obedecer o desobedecer a Dios. Levítico 26, Deuteronomio 28.
5. ¿Este asunto tiene futuro? – la herencia, la esperanza del progreso de Dios en su plan de salvar la creación. Incluye bendiciones tanto como maldiciones sobre las futuras generaciones. Habla de la ley de la siembra y la cosecha.
La guerra espiritual es siempre entre los que cumplen el pacto y los que rompen el pacto. En el caso de David, siempre fue fiel de obedecer las estipulaciones del pacto y de confesar su pecado cuando no. Saúl no obedeció a Dios, no confesó su pecado ni consultaba a Dios. David murió con honor y hasta hoy es el Rey más famoso en la historia del mundo conocido como el rey justo, un hombre conforme al corazón de Dios. Hasta hoy Saúl es conocido por ser un tirano y un fracaso como rey, rechazado por Dios.
En los siguientes artículos vamos a ver como los reyes de Judá llevaron a cabo la guerra espiritual cumpliendo o rompiendo el pacto, aceptando y confesando sus pecados o no, y la cosecha que produjo en sus reinados.
Vamos a ver las siguientes características de estos reyes:
Cuando anduvieron en el camino de su padre David, fiel al Señor y su Pacto
- Removieron los ídolos del pueblo
- Reestablecieron la adoración de Dios, el servicio en el templo.
- Enseñaron la Ley de Dios a todo el pueblo. Organizaron y mandaron a los levitas y sacerdotes de ir por todo Judá y Jerusalén para enseñar como era la responsabilidad de ellos y en algunos casos los reyes mismos visitaban a todo su reino proclamando la Ley de Dios.
- Renovaron el Pacto con Dios.
- Consultaron a Dios primero antes de tomar una decisión o acción especialmente en una crisis.
- Confiaron en Dios por la victoria cuando el enemigo los atacaron.
- Dios bendijo al pueblo con victorias sobre sus enemigos, grades botines de guerra, paz y prosperidad.
Cuando abandonaron el camino de su padre David, infieles al Señor y su pacto.
- Reestablecieron la adoración de los ídolos en todo el pueblo
- Abandonaron el culto en el templo, la adoración de Dios.
- Abandonaron la enseñanza de la Ley de Dios al pueblo
- Abandonaron el Pacto con Dios
- Consultaron a sus consejeros y amigos que compartieron su idolatría en vez de consultar a Dios. Confiaron en su fuerza militar en vez de confiar en Dios.
- Separaron la adoración de Dios, es decir la vida espiritual, de la política e hicieron pactos (tratados) con los pueblos paganos y enemigos de Dios. En efecto, hicieron del pueblo de Dios enemigos de Dios.
- Dios maldijo al pueblo y sufrieron grandes derrotas por la mano de sus enemigos, a veces con ejércitos más pequeños de lo de Judá. El pueblo sufría inseguridad, violencia y pobreza. Perdieron a sus hijos en las guerras y perdieron sus riquezas como botín de guerra pagado a sus enemigos.
En todos los casos había una religión que motivaba a estos reyes. Nunca fue cuestión de la neutralidad. La neutralidad es un mito. “El que no es conmigo, contra mí es.” (Mateo 12:30)
¿Y qué de nosotros? ¿Nuestras familias? ¿Nuestras iglesias? ¿Nuestra nación y nuestros líderes políticos? Cuando celebramos la santa cena repetimos las palabras de Jesús, “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre.” Como aplican estos conceptos en nuestros tiempos modernos es un tema que esperamos desarrollar sobre tiempo. Es un tema clave al propósito de este sitio, vision-mexico.com donde estamos construyendo los cimientos intelectuales para la futura civilización cristiana en México.
Próximamente hablaremos del Rey Salomón, el rey más sabio, ¿o era?.
Te invito a leer la parte I y parte II de este artículo, de Reyes y Piñatas.
Autor: Roger Oliver
[1] Una vestidura sacerdotal» (Éx. 29:5; 35:9, 27; 39:2–22; Lv. 8:7; 1 S. 2:28). Aunque no se llevaba en ocasiones ordinarias, era necesario cuando se buscaban instrucciones de parte de Dios (cp. 1 S. 21:9). Así, la recepción de respuestas de Dios queda relacionada con el Urim y Tumim, que estaban en el pectoral (Éx. 28:28: cp. Nm. 27:21; 1 S. 28:6; Esd. 2:63; Neh. 7:65). Ventura, Samuel Vila. Nuevo Diccionario Biblico Ilustrado. TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE, 1985.