25/03/2023
Marcy y yo disfrutamos ver los programas de TV repetidos de Perry Mason de los 1950-60, tanto que solo muy ocasionalmente nos encontramos con un episodio que no hemos visto antes. Perry Mason es mitad abogado penalista, mitad detective. Nunca está satisfecho con obtener un veredicto de no culpable para su cliente, siempre investiga hasta que encuentra los hechos reales de quién realmente cometió el asesinato. Al final de cada episodio, el acusado se siente aliviado con alegría y puesto en libertad; el culpable confiesa y es puesto bajo custodia para un nuevo juicio de la ley y los hechos.
¿Qué cambió? Los hechos, expuestos por el fiscal y constatados por una investigación policial. La ley que prohíbe el asesinato nunca cambia. El acusado, declarado no culpable en razón de los hechos, no está ahora libre para cometer homicidio. El verdadero culpable es juzgado y sentenciado bajo la misma ley que prohíbe el asesinato. La ley nunca cambia.
Imagínate sentado en la corte eternal del cielo acusado de innumerables transgresiones que merecen la pena de muerte. Tu abogado defensor no es otro que el mismo Cristo. El juez es Dios Padre. El caso en tu contra es indudable. Los hechos son claros. Hiciste todo listado en la acusación. Tu única defensa es que tu abogado, Cristo, pagó la pena de muerte por ti.
No cambió la ley, cambiaron los hechos, en este caso, el hecho de que la pena ya fue pagada. La ley todavía marca lo que es correcto e incorrecto, el bien y el mal, el camino a la vida y el camino a la muerte. Las consecuencias eternas de tu pecado han sido canceladas, las consecuencias temporales no. Ahora eres libre para vivir según la ley, para andar por el camino que lleva a la vida.
De esta manera no estamos bajo la ley sino bajo la gracia. (Romanos 6:14, 15) La ley no cambió, son los hechos que cambiaron. La ley aún condena nuestro pecado, la transgresión de la Ley, pero el hecho ahora es que nuestras transgresiones están cubiertas por la sangre de Cristo. Esta es nuestra única defensa, pero es suficiente. La reclamamos por fe. Ahora somos libres para obedecer la Ley, habilitados y capacitados para hacerlo por el Espíritu Santo en nosotros. La santificación es crecer en obediencia y discernimiento de la Ley. “El alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” (Hebreos 5:14)
Consideran los siguientes pasajes, que a menudo se malinterpretan, teniendo en cuenta que el juicio justo se basa en la Ley y los hechos. La Ley no cambia, los hechos sí.
¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. Romanos 3:31
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Romanos 6:1, 2
Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; 9conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. 1 Timoteo 1:8-11
…habiendo cancelado el documento de deuda[1] que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Colosenses 2:14
Los dejo con esto del Apóstol Juan: “En esto sabemos que hemos llegado a conocer a Dios: si guardamos sus mandamientos.” (1 Juan 2:3)
[1] Documento o certificado de deuda. RVA60, “el acta de los decretos.” (χειρόγραφον cheirographon): Estrictamente, un documento escrito a mano; en materia legal pagaré, constancia de endeudamiento, fianza; figurativamente en Colosenses 2:14 no como la ley misma, sino como el registro de los cargos (por quebrantar la ley de Dios), que se levantaron contra nosotros y que Dios simbólicamente eliminó al “clavarlo en la cruz”, registro escrito a mano, registro de deudas. (Friberg, Timothy, Barbara Friberg, and Neva F. Miller. Analytical Lexicon of the Greek New Testament. Vol. 4. Baker’s Greek New Testament Library. Grand Rapids, MI: Baker Books, 2000.)