VISIÓN AMÉRICA LATINA

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Tener un segundo hijo acaba con la salud mental de los padres (que no están preparados).

Ana y Javier son una pareja Mexicana que ya disfrutaba de la alegría de ser padres de un niño enérgico llamado Santiago, inocentemente esperaban con entusiasmo la llegada de su segundo hijo sin saber el reto exponencial al cual se enfrentarían. Los días previos al nacimiento estaban llenos de expectativas y sueños de una familia más grande y unida que viviera en orden, amor, justicia, respeto a Dios y disfrutara del mundo a su alrededor siempre feliz..

Y, ¿Quién no sueña eso al esperar otro hijo? Pero los padres experimentados sabemos lo que conlleva esa segunda persona a bordo, porque siempre nos dicen: “Donde come uno, comen dos”, ¿Qué podría salir mal? En realidad, todo al final termina pasando y las familias unidas con amor, paciencia y tablas siempre salen adelante, pero el viaje definitivamente es mucho más intenso con más de un hijo y no solo al doble, si no de manera exponencial.

Un estudio de 16 años de la Encuesta Australiana sobre la Dinámica del Hogar, los Ingresos y el Trabajo (Household, Income and Labour Dynamics in Australia, HILDA), explica que los primeros y segundos nacimientos en la familia incrementan de manera similar la presión en los padres. Sin embargo, mientras que los efectos negativos de tener el primer bebé acaban desapareciendo tras unos meses, la salud mental de los padres parece no mejorar después de tener un segundo hijo.

Ni siquiera cuando los niños comienzan el colegio, aprenden a dormir solos en sus habitaciones o empiezan a comer sin tener que estar sentados a su lado, desaparece esa presión. Esto, como no podía ser de otra forma, afecta a la salud mental de los padres. Los efectos tardan muchos más años en desaparecer.

El Desafío de la nueva dinámica familiar y su repercusión en la economía y la mente de los padres. 

Con la llegada de María, su hija recién nacida, Ana y Javier notaron rápidamente un cambio en la dinámica familiar. Santi, el hijo mayor, expresaba signos de celos y desplazamiento al ver la atención que María recibía. La presión de equilibrar el tiempo y la atención entre ambos hijos se volvía evidente, esto es algo que bien puede durar toda la vida si no se atiende a tiempo. 

Algo que suma mucha presión es la economía, a medida que los pañales, la fórmula y otros gastos se acumulaban, Ana y Javier sintieron la presión financiera aumentar y todavía faltaban más cosas por sumarse a la lista, ni hablemos de la escuela, el material, la ropa, el médico, las salidas, los caprichos, las cosas rotas o descompuestas y mejor ya no seguimos con esa lista para precisamente cuidar el bienestar mental de nuestros padres que apenas comienzan en esta aventura.

La adaptación a una familia de cuatro personas presentó desafíos en los roles y responsabilidades de Ana y Javier. La tensión se hizo evidente al intentar equilibrar el trabajo, el cuidado de los niños y la vida doméstica. Ambos trabajaban, Ana lo hacía desde casa pero sus compromisos laborales no le daban mucho tiempo para mantener el hogar limpio y ordenado, los juguetes comenzaron a aparecer en lugares como el baño, el despacho y debajo de todos los muebles, los trastes sucios eran un monstruo de 7 cabezas con el cual tenían que luchar día a día, y la verdad es que a veces a ese monstruo todavía le quedaban dos cabezas antes de que Ana se rindiera en la cama.

El problema viene con las matemáticas, un hijo generalmente (porque si hay casos de hijos torbellinos) no puede multiplicar nada, pero cuando sumas a otros, el desorden no solo se duplica, crece exponencialmente, lo mismo con la atención a cada niño, ahora Ana y Javier debían no sólo atender las necesidades emocionales y físicas de cada niño, si no los problemas que resultaban de la interacción de ambos como los disgustos, las peleas, las envidias, las diferencias, etc. 

Con dos niños pequeños, Ana y Javier notaron que su tiempo personal se reducía drásticamente. La falta de momentos para el autocuidado empezaba a afectar su bienestar individual y lejos quedaban aquellas tardes románticas donde recordabas el por qué te habías casado con esas personas.

 ¿Te suena familiar? No eres la única persona, este es un problema que afecta a millones de personas, las generaciones anteriores lo tomaban simplemente como algo necesario, que se debía hacer y se terminaban comiendo la frustración y desgaste de todo esto, pero hoy en día el bienestar mental es una prioridad que antes no existía, lo cual es bueno, pero no en exceso. Hay personas que evitan obligaciones y responsabilidades en pro de “estar bien”, generando un problema a los hijos. Es difícil aceptarlo, pero hay una línea muy delgada entre el bienestar personal y la irresponsabilidad.

La respuesta como siempre es el balance, la paciencia y la constancia con un poco o mucho de fe.. 

Balance no significa estar sentado meditando y alejándote de todo mientras tus niños gritan desesperadamente por tu atención, el balance nace de tu corazón y se distribuye en toda tu familia, hoy en día nos cuesta identificar las cosas que debe uno hacer para criar dos niños fuertes, que soporten la frustración que este mundo moderno genera por toneladas y que no terminen viviendo contigo en tu casa a los 40 años asustados de todo, jugando videojuegos, con el teléfono como su mejor amiga  y coleccionando figuritas de sus super héroes.

Ana y Javier mantuvieron una comunicación abierta sobre sus expectativas y roles. Se dice fácil pero no lo es, requiere de ser sincero aún cuando a la otra persona le resulte incluso ofensivo, se trata de exponer puntos, debatir y no permitir que las diferencias, la presión y la frustración se metan en el medio. Al final, cuando todo está dicho ambas partes se sentirán abatidas pero liberadas al fin y con una visión mucho más amplia de las cosas, solo así pueden realmente trabajar como equipo, compartiendo responsabilidades y apoyándose mutuamente en la gestión de la vida diaria.

Consideraron también la posibilidad de buscar asesoramiento profesional para fortalecer su comunicación, muchas de las veces vemos al psicólogo, al pastor, al consejero, etc. como una derrota, como la antesala final a la inevitable declaración de rendición, separación o resignación definitiva, cuando este paso debería ser uno de los primeros y tomarse como algo tan normal y común como cualquier otra cosa, al final fuimos creados como seres sociales, es bueno hablar, de hecho es la mejor pastilla para decirle adiós a muchos de tus problemas.

Si eres una persona de fe, Dios estará en el centro de todo, tan solo si te lo permites, pues es común abandonar la espiritualidad ante tantos problemas, pues mucha gente se pregunta cómo es posible que haya un Dios que nos  ame y a su vez nos  mande tanta frustración junta, paquete tras paquete tocando el timbre de mi casa todos los días, esa no es culpa de Dios, es tuya, son las consecuencias tanto naturales como otras que te ganaste por no prever en su momento. Lo que sí puedes hacer es confiar en Él para entregar tus problemas, para agradecer por lo que si tienes. El agradecimiento sana, está comprobado científica y espiritualmente.

Ana y Javier implementaron pequeñas rutinas exclusivas con Santi, como leer juntos antes de dormir o dedicar tiempo de juego especial. Involucraron a Santi en las tareas relacionadas con María, fomentando un sentido de responsabilidad y pertenencia.

La pareja revisó y ajustó su presupuesto, identificando áreas en las que podían ahorrar y priorizando gastos, siendo sinceros y sacrificando algunos caprichos de pareja que aún conservaban y transformándolos en experiencias familiares.

¿Y qué hay de los dos enamorados que existían al principio?

La pareja programó conscientemente momentos de autocuidado, alternando para permitirse períodos de descanso o actividades individuales. También buscaron el apoyo de familiares y amigos para ocasionalmente cuidar de los niños, tuvieron que rogar, tuvieron que pedir favores y tuvieron que cobrar otros (No hay orgullos ni pena aqui, deben hacerlo), obteniendo así el tiempo libre tan necesario que les hacía falta.

A medida que los días pasaban, Ana y Javier enfrentaron desafíos y presiones psicológicas, pero con paciencia, comunicación y adaptabilidad, encontraron soluciones efectivas. La familia creció más fuerte, aprendiendo a equilibrar el amor, la atención y las responsabilidades. Cada día, la risa de Santi y la sonrisa de María recordaban a Ana y Javier que, a pesar de los desafíos, su amor y dedicación eran la fuerza que unía a su familia. ¿Que acaso no se trata de eso siempre? ¿Por qué es tan difícil poder procesar lo obvio y hacer que las cosas sucedan? Porque este artículo no te dice nada nuevo, pero si te dice lo que puedes NO estar haciendo para mejorarlo  y que bien sabes debes hacer por el bien de los tuyos.

Así que ahora lo saben, un segundo, tercer, cuarto o décimo hijo les afectarán, la pregunta aquí es: ¿Están preparados para ello y convertirlo en una oportunidad para tener una familia fuerte? 

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