A principios de marzo hubo alboroto entre diferentes grupos cristianos por una iniciativa propuesta por MORENA que pretende reformar el artículo 29 de la Ley de Asociaciones Religiosas. La iniciativa propone “sancionar expresamente a las A.R. que produjeran expresiones o actos de discriminación a las personas con motivo de su identidad sexual y expresiones de género en contra de la población de la diversidad sexual.” Si bien este es un ataque contra la sociedad misma y contra la labor de la Iglesia, es preciso antes de organizar marchas y quejarnos por cualquier medio, el analizar varios aspectos del porque está sucediendo todo esto.
El contraatacar protestando contra este tipo de iniciativas tendrá poco efecto sin antes deducir que fue lo que condujo a esto .De inicio, la perspectiva escatológica del cristiano tiene mucho que ver no solo en el problema sino en la solución también; las posturas de derrota simplemente verán este tipo de situaciones como “algo necesario” antes de que pronto seamos rescatados con la mirada puesta en un último juicio que acabará con todo esto, lo que nos lleva a concluir que en si esta perspectiva de derrota es inconsistente con cualquier tipo de lucha o resistencia hacía estas iniciativas. Por otro lado, una perspectiva optimista (posmilenial) reconoce primeramente que hay diferentes juicios a lo largo de la historia y que esta misma se va desarrollando a favor del Reino de Dios y de Su pueblo.
La historia es pactual y el hombre ineludiblemente se adhiere a algún tipo de pacto, ya sea con Dios o con el hombre mismo, y según el pacto al cual nos adhiramos tarde o temprano cosecharemos los frutos, ya sean de justicia o de injusticia.
Toda ley es religiosa y tiene detrás un dios del cual fluye toda ella, no nos debería sorprender que el Estado proponga este tipo de iniciativas, de hecho, el que no lo hiciera lo haría ser inconsistente consigo mismo. El batallar contra leyes solamente es fútil porque no se ataca al problema de raíz sino a las manifestaciones del problema.
En el caso de una ley que sancione a las A.R por expresiones discriminatorias no es el problema que deba consumir nuestras fuerzas y recursos. Como mencioné debemos reconocer la raíz del problema.
La homosexualidad es una actividad que es sancionada por la Biblia con la pena de muerte (Levítico 18:22, Levítico 20:13, Deuteronomio 23:17), aquí es donde debemos partir para identificar el problema; la severidad del castigo presupone el daño que este pecado causa no solo en lo privado si no en lo colectivo también. A lo largo de los años se ha ignorado el enseñar acerca de la severidad de este pecado y se ha diluido a simplemente a un “no es correcto” dejando de lado las implicaciones de esto.
Pero aún así nuestra perspectiva según el pacto debería hacernos pensar que tanto el homosexualismo y las leyes que lo defienden no son señales de un juicio que se avecina, sino el juicio de Dios sobre nuestra sociedad.
Dios juzgó a Sodoma no por sus practicas homosexuales sino por dejar de lado la justicia; la homosexualidad en Sodoma fue la manifestación del juicio por la rebeldía hacía Dios.
Ezequiel aclara esto:
“He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso.” Ezequiel 16:49El homosexualismo es un pecado que hace guerra contra Dios y atenta contra la familia, la cual es el pilar de la sociedad, el Estado por su lado al ser hostil a Dios buscará legalizar y proteger con leyes estas prácticas precisamente porque armonizan con su agenda.
Hay varios aspectos los cuales considerar al querer identificar el porqué del juicio sobre la sociedad en este caso. Este tipo de males aquejan a la sociedad a causa de la idolatría y la apostasía; las iglesias registradas como A.R. deberían primero reconocer que al registrarse ante el Estado han hecho pacto con él e implícitamente han aceptado el ser reguladas cuando el Estado lo requiera, su registro reconoce la soberanía del Estado sobre ellas. Otro aspecto curioso es el perder la cabeza por una iniciativa que sanciona la discriminación en los mensajes de la Iglesia cuando rara vez se habla de la severidad de este pecado y de sus implicaciones en la sociedad. ¿Porqué perder la cabeza por esto cuando todo un año iglesias aceptaron sin chistar el no reunirse y el no hablar en contra de las medidas del gobierno? ¿Por qué ahora si es valido quejarse y antes no?
Las causas que llevaron a Sodoma a ser juzgada por Dios según lo que retrata Ezequiel, y las cuales nos han llevado a un juicio en nuestro tiempo, las podemos resumir en el abandono de la Ley de Dios, el pensar que no estamos obligados a obedecer la Ley de Dios nos hace ser soberbios pensando que podemos encontrar orden y justicia apartados de lo que Dios dijo y según nuestros propios términos, y precisamente de aquí parte la ociosidad que caracteriza a las sociedades que han estado bajo juicio las cuales han dejado de lado la misericordia y la justicia hacía los necesitados.
Es preciso reconocer nuestra rebelión colectiva e individual para poder ahora si pretender restaurar la sociedad. El llamado es al arrepentimiento por habernos hecho soberbios y por la ociosidad que nos ha caracterizado.
“Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra… Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.” Isaías 1:10,16-17
Estamos llamados a resistir toda ley que se oponga a Dios y su Ley, pero no sin antes reconocer las causas y arrepentirnos si es que ha sido a causa de nuestra rebelión.