De la Serie: Respondiendo de Manera Bíblica a los Conflictos
Cuando alguien te reprende, ¿qué dices? “No fue intencional. Dios conoce mi corazón.” Confieso que he dicho precisamente estas palabras. ¿Fue cierto? Pues, si y no.
Digo que no porque no fui tan inocente como protestaba. Soy maestro del autoengaño. (Jeremías 17:9) Por esto, Jesús dijo, “¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.” (Mateo 7:5)
Santiago observó, “¿De dónde surgen las guerras y conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan entre ustedes mismos? (Santiago 4:1-3). Está hablando de deseos justos que se convierten en demandas. Puede ser algo tan justo como querer ser obedecido por los hijos. Si no me obedecen, los condeno y sacrifico con mis palabras duras. Mis deseos egoístas e ídolos personales motivan mis pensamientos, palabras y acciones en vez del temor de Dios.
Digo que si porque es cierto que Dios conoce mi corazón. La pregunta mejor es, ¿estoy de acuerdo con Él? He concluido que debo asumir que tengo una viga en mi ojo cuando me encuentro en un conflicto. Por lo menos parte del corazón del conflicto es mi propio corazón. Aun reconociendo mi pecado, si opino que el pecado de mi hermano es peor que el mío, esto no cubre mi pecado. Sólo la sangre de Cristo cubre pecados.
Así que me obliga examinar mi propio corazón antes de reprender a mi hermano (Mateo 18:15; Lucas 17:3). Unas preguntas para identificar los ídolos invisibles del corazón: ¿Qué quiero preservar o evitar? ¿En qué/quién confío? ¿Qué temo? ¿Qué me causa frustración, ansiedad, resentimiento, amargura, enojo, depresión? ¿Hay algo tan importante que estoy dispuesto a decepcionar o lastimar a otros para tenerlo?