Sin duda la tecnología es una gran herramienta que puede usarse no solo para adquirir conocimiento al cual hace algunos años nos hubiera sido imposible tener acceso, sino también para exponer ideas y poder compartir lo que se ha podido aprender. Este último año de encierro muchas iglesias vieron en la tecnología una gran herramienta para poder llegar no solo a los que están cerca sino también a los que están lejos, acerca de esto no podemos decir que sea malo sino todo lo contrario; pero algo que posiblemente ha llegado a dejarse a un lado por este afán de alcanzar a los que están lejos es la importancia del trabajo en lo local en ese “pedazo de huerto que Dios nos dio para labrar”.
La historia le pertenece enteramente a Cristo y Él va poniendo a Sus enemigos bajo sus pies, este proceso es seguro sin lugar a dudas, aunque muchas veces no va tan rápido como quisiéramos, esto porque nos gustaría ser testigos presenciales de cómo el humanismo va derrumbándose y cae a pedazos, aunque de alguna manera si lo somos.
Es de agradecerse el esfuerzo y la dedicación que muchos han puesto en levantar proyectos enfocados en alcanzar y ayudar a reformar nuestra cosmovisión a una apegada a las Escrituras, dejando atrás el misticismo, paganismo y el estatismo que es comúnmente enseñado en las iglesias locales. Estos proyectos son en demasía útiles y deben producirse más y más, pero creo que aunque parezcan alcanzar mas personas no debemos descuidar ni menospreciar la efectividad de discipular a nuestras familias y comunidades locales.
El ámbito local, el de la familia y la comunidad son las áreas que necesitan ser discipuladas, estas son las pequeñas semillas que darán su fruto a su tiempo. Pienso que menospreciamos lo que podemos hacer con lo poco y le damos mucha importancia a lo que creemos podemos lograr con lo mucho; cometemos el error de pensar que el éxito de cualquier ministerio se mide en números, y en estos días en que tan lejos esta llegando el mensaje.
Vivimos en tiempos complicados por falta de enfoque en estos pequeños grupos locales. La historia nos ha enseñado que los reinos que se han levantado contra a Dios y han caído ha sido ante la presencia de un pequeño remanente fiel quienes están ahí dispuestos a reconstruir sobre los escombros del humanismo.
Pretender reformar a la sociedad desde arriba entiéndase puestos políticos o desde el puesto de “celebridad cristiana” es una mera fantasía, es continuar con el coqueteo con el Estado y la religión de poder, esto en si es un rechazo a la grandiosa oportunidad de trabajar localmente. El enfoque bíblico siempre ha sido de abajo hacia arriba, comunidades y grupos pequeños que van minando la sociedad humanista con el evangelio del Reino. Una sociedad que va creciendo desde las entrañas de una sociedad impía es lo que llevó al cristianismo a vencer al imperio mas poderoso de la antigüedad, esto por medio de la obediencia a Cristo Rey y no conquistando los curules de los romanos.
Este tiempo en el que los gobiernos pretenden controlar a la Iglesia manteniéndola aislada debe ser una oportunidad para devolver la centralidad de la familia dentro de la sociedad, donde los padres asumen su rol como sacerdotes de sus casas, al discipulado de comunidades pequeñas instruyéndolas en la obediencia a Cristo y Su Ley con un enfoque de victoria orientado al futuro.
El trabajo en grupos locales y con individuos presupone esperanza y una mentalidad orientada al futuro, donde planeación y estrategia son requeridas no esperando gratificación instantánea sino confiando en que Dios es quien avanza Su Reino y que probablemente no veremos los resultados en nuestros días.
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