VISIÓN AMÉRICA LATINA

Construyendo los cimientos intelectuales para la futura civilización cristiana.

La Economía de Dios vs la Economía del Mundo

Por Roger Oliver

Un excelente libro para las finanzas personales y de la familia es, Bienes, Riquezas y Dinero por Craig Hill y Earl Pitts. Lo recomiendo. Es el primer libro que estudiamos en nuestro programa de discipulado vocacional. No estoy de acuerdo con todo pero los principios del dios de Mamón, la fe de las aves, el círculo cerrado (el presupuesto familiar y la contabilidad) y el principio de la siembra cosecha son excelentes.

Uno de los puntos en que no estoy de acuerdo se encuentra en el excelente segundo capítulo, “La Fe de las Aves.” En el primer párrafo en la página 54 el autor dice, “El principio operativo básico en la economía de Dios es el de dar y recibir, mientras que el principio operativo básico en el sistema del mundo es el de comprar y vender.” ¿Es cierto? ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué si o no?

Hay algo un tanto incorrecto en esto. Primero, no hay dos economías o principios de la economía. Hay una sola economía, el intercambio de bienes entre personas para la distribución de recursos limitados con usos múltiples. La utilidad que uno espera de su negocio es para cuidar a su familia, poder dar a los pobres, en fin, para avanzar el reino de Dios.

La diferencia queda en la ética. ¿Qué normas gobiernan la compra venta en la economía? ¿Cuáles son las consecuencias por obedecer o desobedecer estas normas? La primera ley o principio de la economía es, “No hurtarás.” El segundo es, “No codiciarás.” La misma ley de Dios nos obliga al nivel personal y de familia de cuidar a las viudas y a los huérfanos. El mundo en rebelión contra Dios ignora estas leyes pero no sin consecuencias. “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” (Romanos 12:19; Deuteronomio 32:35)

La Ley de Dios gobierna toda la economía. El dinero está gobernado por la Ley de Dios. Pesos desiguales son una abominación a Dios. La referencia está a los metales que son usados para moneda, es decir el dinero (Deuteronomio 25:13-16). Abraham rehusó aceptar gratis el terreno que compro para enterrar a su esposa, Sara. David rehusó no pagar por la era para ofrecer sacrificios. David esperaba remuneración de Nabal por haber protegido sus prados y pastores. En la parábola del dueño del viñedo Jesús habla de la negociación con los trabajadores. Pablo amonestó a los tesalonicenses, “EL que no trabaja no come.” Concluyó que el principio de la compra venta es parte de la economía según Dios. No veo la dicotomía entre los dos sistemas que el autor presenta aquí.

Los ganadores en un mercado libre son los que sirven mejor al cliente con los mejores productos y servicios al mejor precio. Reciben la bendición del control de más del mercado, es decir más clientes que la competencia, y en muchos casos grandes riquezas. Su éxito es un producto o la cosecha de una actitud de dar y recibir libremente sin interferencia del gobierno y sin temor de ser robado o estafado. Esto es la definición de un mercado libre, familias sirviendo a familias a cambio de dinero. Hay un solo sistema de intercambio libre. La diferencia está en cuál ley gobierna.

Nuestra relación con Dios está gobernada por el pacto. Hay un aspecto económico de nuestra relación con Dios pero no es una relación de compra venta sino un asunto de la fe obediente. Hay un elemento de causa efecto a esto. Si desobedecemos a Dios no hay garantía que no vamos a sufrir las consecuencias qué pueden incluir pobreza y escasez. Generalmente Dios provee por medio del intercambio económico entre sus criaturas, creyentes e inconversos iguales. Manda la lluvia para los buenos y malos de igual manera, una expresión de su gracia. Dios bendice la obediencia a su Ley donde sea que la encuentre, en los incrédulos tanto como en su pueblo elegido. Bendice la obediencia y castiga la desobediencia.

Te podría interesar...