Por Roger Oliver
“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.” Santiago 5:1-3
¿Es el pecado del rico el hecho de ser rico? ¿La mera acumulación de riqueza es pecado? A ver.
“He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.” Santiago 5:4-6
La acumulación de las riquezas no es el pecado en este pasaje. No es una ley como la de la gravedad que, si acumulas riquezas, te va a consumir. Es el juicio de Dios sobre tres pecados: el hurto, la idolatría y el homicidio. Primero, hurtaban lo que pertenecía a los jornaleros según el salario contratado. Levítico 19:13, “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana.” Segundo, hicieron ídolos de sus lujos. Filipenses 3:19, “…cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza…” Tercero, mataron a los justos.
Nota quién es la fuente de estas leyes. Es Dios, no el gobierno civil. El pecado contra los jornaleros no era no pagarles un salario mínimo dictado por el gobierno. No les pagaban el salario contratado. Cuando el gobierno se mete en lo que pertenece a Dios, el resultado siempre es la injusticia.
Además de dictar las Leyes, Dios dicta el rol del gobierno civil, las reglas de evidencia por testimonio de un mínimo de dos testigos y las sanciones por violar su Ley. En una sociedad gobernada por la Ley de Dios, los jornaleros y los testigos del homicidio tienen derecho de levantar su caso contra estos ricos en el tribunal civil. El gobierno es responsable de imponer las sanciones dictadas por la Ley de Dios. Si el gobierno civil no hace su parte, Dios siempre demanda la justicia. “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” Romanos 12:19, Deuteronomio 32:35.
Una observación final. No hay sanción civil por el abuso del cuerpo con los lujos. Un gobierno que pone límites en lo que el pueblo puede comer o comprar para prevenir el mal es un gobierno que usurpa las prerrogativas de Dios. Es un gobierno que destruye la libertad, un gobierno tirano que quiere controlar a todos. Dios también tomará venganza sobre tales gobernadores eventualmente. Mientras, Dios los usa como la sanción sobre el pueblo que rechaza a Dios y su Ley y hace del estado su dios.