VISIÓN AMÉRICA LATINA

Construyendo los cimientos intelectuales para la futura civilización cristiana.

El Pecado de los Pasivos.

Hace no mucho leí una cita de Mathew Henry que decía: “Mientras más en silencio permanezcamos en lugar de defendernos, más se involucra Dios para abogar nuestra causa.”1 Pienso que en cierta manera la cita sintetiza la actitud del cristiano moderno; me refiero a que ante circunstancias difíciles o injusticias decide esperar pasivamente a que Dios resuelva los problemas o las dificultades. Sin duda cada situación complicada necesita nuestra evaluación, necesitamos juzgar si nosotros nos hemos metido en ella o si es una dificultad que demanda madurez y carácter, pero en ambos casos se requiere que tomemos acción.

El Reino de Dios es central en la historia, y su avance es inminente y constante, podríamos decir que no hay día en el que no haya actividad dirigida a su consumación. Aquí la pregunta es ¿Cuál es el rol del hombre respecto al avance del Reino? Si el Reino es central y no hay día en el que se detenga su avance, entonces sería absurdo pensar que nosotros debemos tomar una actitud pasiva. Dios tiene control y es soberano, sin embargo, esto no quita nuestra responsabilidad de trabajar todos los días en favor de este orden social. 

El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios y de gozar de Él para siempre, por tanto, el glorificarle es en términos de servicio y obediencia, no de indiferencia y pasividad. Aunque la pasividad denote inmovilidad, en cierta medida si es activa, ya que el hombre por diseño fue hecho para construir una cultura, la cultura de Dios, así que cuando este no trabaja para este fin, está trabajando para construir entonces una cultura pagana.

En el libro de Jueces capítulo 18, se nos narra que la tribu de Dan buscaba tierra que habitar, así que dieron con la ciudad de Lais:

“Entonces aquellos cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese el reino. Y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios con nadie.” Jueces 18:7.

Las características de este pueblo es que estaba seguro, ocioso y confiado, interesante que estas características eran según el texto “conforme a la costumbre de los de Sidón” al parecer esta manera de vivir representaba cierto aislamiento del mundo ya que como dice el pasaje, no hacían negocios con nadie.

Es claro que esta práctica “monástica” de los habitantes de Lais hizo que fueran juzgados de tal manera que otra cultura arrasó con la suya, la ciudad fue reedificada e incluso su nombre fue cambiado.

El pietismo fomenta la quietud social por así decirlo, el aislamiento a los monasterios privados del corazón manteniendo al cristiano indiferente a los temas del “mundo” no haciendo “negocios” con nadie excepto en el ámbito espiritual. Mientras se observa el cielo esperando cambios drásticos sin mover un dedo, se descuida la labor de aplicar la fe a la totalidad de la vida, lo que conduce al abandono de nuestra responsabilidad de avanzar el Reino de Dios en la tierra.

Esta quietud es una invitación al juicio; al parecer los pueblos permanecen quietos mientras tienen lo que necesitan, mientras no se ven incomodados, la frase “Tiempos difíciles crean hombres fuertes, hombres fuertes crean tiempos fáciles, tiempos fáciles crean hombres débiles y hombres débiles crean tiempos difíciles.” parece ser cierta (e incluso desoladora) si es que estos hombres comparten una perspectiva pagana de la historia y del propósito del hombre, sin embargo, es algo visible en la actualidad. Es más común notar la indiferencia ante la injusticia y la decadencia en sociedades que lo tienen todo, de cierta manera la comodidad pareciera servir como un analgésico ante la maldad cuando no debiera ser así. 

El profeta Amós advierte sobre aquellos que endurecidos ante la injusticia permanecen quietos gozándose en sus logros y poder:

“¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria, los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de Israel! Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat; descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra, oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de iniquidad. Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero; gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos musicales, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José.”  Amós 6:1–6.

Esta rebeldía nacional siempre concluye en la anulación cultural y, por lo tanto, la imposición de otra cultura.

    “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; 

    Misericordia y verdad van delante de tu rostro. 

    Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; 

    Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.”  Salmo 89:14–15.

La justicia y el juicio son la evidencia de que una cultura cristiana ha sido establecida, un pueblo próspero es aquel que sabe vivir en conformidad con la ley de Dios aplicándola a toda la vida, la cultura no es más que la manifestación de la fe de la sociedad, el sistema de valores y prioridades aplicados en el día a día. La justicia y el juicio deben preceder a la prosperidad económica, si no es así, aunque haya abundancia de bienes, pero el pueblo permanece en quietud e indiferencia ante un orden hostil a Dios, solo estarán allí aguardando el juicio del Señor.

“He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité. “Ezequiel 16:49–50.

Interesante que, en el juicio contra Sodoma la abundancia de pan fuera causa de este, pensaríamos que la abundancia de pan es equivalente a bendición, pero como mencioné, si esta “prosperidad” no le precede la búsqueda y aplicación de la justicia dentro de un marco bíblico, solo es un síntoma más de juicio. 

Es interesante notar que la ociosidad está ligada también a la soberbia, Proverbios 26:16 menciona que el perezoso es sabio en su propia opinión, lo cual resulta en una persona inútil para el Reino esto en contraste con el manso el cual es una persona “enseñable” y dispuesta a servir, la recompensa de estos mansos según las bienaventuranzas en Mateo 5 es la tierra misma, el Reino es de los hombres trabajadores y serviciales; de hecho la mentalidad del no regenerado es la huida de la productividad, y del servicio. Su perspectiva sobre el futuro es opacada por su satisfacción presente; el mismo capítulo 26 de Proverbios en verso 31 nos narra cómo los espinos crecieron y como su cerca de piedra (la cual debía darle protección) ya estaba destruida. Dentro de un contexto cultural, el “pasivo perezoso” permite la entrada del enemigo al descuidar sus defensas, su propia pasividad le juega en contra porque no ejerció su labor como guardián, no juzgó ni evaluó todas las cosas por escoger su comodidad, y cuando fue demasiado tarde sus enemigos ya habían tomado su viña.

El profeta Jeremías habla fuertemente sobre aquellos indolentes que no quieren trabajar para el Señor,

“Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada. Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado. Por eso vienen días, ha dicho Jehová, en que yo le enviaré trasvasadores que le trasvasarán; y vaciarán sus vasijas, y romperán sus odres.” Jeremías 48:10–12. 

La imagen del vino que no ha sido cambiado de vasija en vasija simboliza la falta de limpieza y santidad, deja ver que han dejado su meta como trabajadores de la obra por permitir la filtración del paganismo, la frase “sobre su sedimento ha estado reposado” se refiere a estar sentado sobre sus propias heces, una imagen fuerte que deja clara la pasividad extrema y la negligencia la cual llevó a ser entregados a naciones enemigas.

Hace unos días en una clase dada a los estudiantes del Learning Center sobre el gobierno digital, se hablaba sobre el control que el Estado quiere imponer sobre los ciudadanos a través del uso de la tecnología, poniendo sus manos ahora si sobre cada aspecto de la vida del hombre; estos proyectos ya se están implementando en algunos países como China y son iniciativas ya en Latinoamérica. Esta información dejó asombrados a los estudiantes que, aunque están al tanto de los avances tecnológicos, no habían visto el alcance de la tecnología en manos perversas como las del Estado. Esto sin duda es evidencia de que la Iglesia ha sido negligente y pasiva, comprando el evangelio barato del pietismo, que solamente anula al hombre en su trabajo en el Reino de Dios, lo que vivimos en temas como la educación, economía, las artes, la política donde los enemigos de Cristo han tomado la iniciativa es resultado de la pasividad y quietud así que no nos debe sorprender que alguien más esté imponiendo los estándares de la cultura. Ahora nos toca agachar la cabeza delante de nuestro Señor, pedir perdón por ser negligentes y comenzar a sacudirnos la pereza poniéndonos a trabajar fielmente con lo que Dios ha puesto delante de nosotros. Importante, no basta simplemente con dejar de “tomar el queso” que el Estado pone frente a nosotros, sino también nos toca construir un orden alterno. El juicio también trae salvación.

El apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses manda a la iglesia a no juntarse con aquellos que andan “desordenadamente” otras traducciones dicen “ociosamente” y esto según la enseñanza que recibieron del mismo Pablo. Es interesante notar que la palabra en el griego “ἀτάκτως” si bien hace referencia a alguien que actúa ociosamente da a entender de alguien que ha descuidado su puesto. 

“Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros. Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;” 2 Tesalonicenses 3:6–8.

El mandato de Pablo era que la iglesia les imitara en trabajar con afán y fatiga día y noche, de hecho, en la primera carta a los tesalonicenses les pide también que amonesten a aquellos que andan ociosos. 

El trabajo es la realidad gobernante para el pueblo de Dios y la ociosidad y la pasividad es la antítesis. 

Debemos reconocer el aspecto religioso del trabajo, así como su importancia y orientación hacía el futuro. No trabajamos para sobrevivir sino para nuestro Señor y Su Reino. 

Desde el Huerto, el trabajo tenía una orientación no de supervivencia sino de dominio, ciertamente confiamos en el Señor, en que Él es quien va poniendo a sus enemigos bajo de sus pies, sin embargo, tenemos tarea que hacer, sin importar tiempos difíciles, buenos, de guerra o paz. Creemos en un mundo cristianizado y en una última generación que no tendrá necesidad de ser evangelizada, sin embargo, mientras no estemos ahí habrá trabajo que hacer, no podemos quedarnos quietos.

La frase de Mathew Henry proviene de un discurso llamado “A Discourse On Meekness and Quietness of Spirit” y es un discurso sobre la mansedumbre cristiana. Lo mencioné al inicio (no porque Mathew Henry lo haga), sino porque muchos cristianos llegamos a confundir la mansedumbre con quietud y pasividad, las cuales como ya vimos, van en contra del orden de Dios. En cuanto a la mansedumbre me gusta la perspectiva de R.J. Rushdoony quien la compara a la mansedumbre de un caballo el cual a diferencia de un caballo salvaje e impetuoso el cual es inservible, el caballo manso es útil y está listo para el servicio de su señor, listo para el trabajo.

Hemos sido comprados por Cristo nuestro Señor para el servicio y el trabajo.

1 “A Discourse On Meekness and Quietness of Spirit” Published by the American Tract Society

Te podría interesar...