Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor;
Él lo dirige donde le place. Proverbios 21:1
Este pasaje todavía es cierto. Concluyo dos cosas para nuestros días. 1. Hay esperanza, habrá justicia. Dios tomará venganza. 2. Dios no aprueba todo lo que hace el gobierno civil, aunque permite lo malo que hace el gobierno como parte de las maldiciones con que juzga al pueblo que lo rechaza y que hace de su gobierno su dios.
Es un error y una interpretación incorrecta de Romanos 13:1-7, aprobar todo lo que hace el gobierno, sólo porque Dios ordenó que existiera el gobierno civil. En este pasaje el gobierno es siervo de Dios. Si el gobierno aprueba lo que es abominación a Dios ¿está santificado sólo porque es del gobierno? Dios jamás aprueba lo que va en contra de su Ley. Si Dios permite que la corrupción, las injusticias, los impuestos tiránicos y los demás abusos del poder civil sigan por tanto tiempo y que sean cada día peor, es por el silencio del pueblo cristiano, su timidez en denunciar la profunda inmoralidad de nuestro gobierno según la Ley de Dios.
Una expresión de esta sumisión insensata es la participación de los cristianos en el sistema de escuelas públicas. Mientras el pueblo de Dios siga ofreciendo a sus hijos como sacrificio a los fuegos de Moloc, a los Baales de las escuelas del gobierno, Dios no va a levantar su mano de juicio sobre nosotros.
La historia de los cristianos en Rwanda es muy triste e ilustrativa. ¿Estamos repitiéndola? Leí en el Facebook de Frontline Fellowship (https://www.facebook.com/frontfel) el siguiente recuerdo de la tragedia de Rwanda que sucedió desde hace 20 años.
“Rwanda era una zona libre de armas. Caminé por cadáveres hasta las rodillas en las iglesias en Rwanda. El gobierno del MRND en Rwanda había implementado el control total de las armas, confiscando todas las armas de los civiles antes de lanzar el genocidio para acabar con 800,000 Tsutsis – desde hace 20 años, el 6 de abril 1994. En sólo 100 días más gente había sido masacrada con machetes y palos de lo que había muerto por las armas atómicas en toda la historia.
Un amigo opinó sobre esta historia de Rwanda, “La depravación desenfrenada mediante la sumisión ilimitada siempre resulta en la depravación cada vez más horrenda.”
¿Y qué del sinfín de reformas, que son siempre más de lo mismo en nuestro pueblo? ¿Qué de la propuesta del presidente de limitar la expresión de desacuerdo con el gobierno en los medios de comunicación por la “seguridad nacional”? ¿Seguridad contra qué? ¿El mismo pueblo? Ya tenemos demasiada inseguridad, ¿qué más quiere?
El hecho de que Dios haya decretado la autoridad representativa en la tierra del gobierno civil no quiere decir que Dios aprueba y ordena todo lo que el gobierno civil hace. He escuchado a gente interpretar precisamente así Romanos 13:1-7. “Lo que dice mi gobierno haré a todo dar. Es pecado contradecir lo que sea que haga el gobierno. Así dice la Biblia.”
Las mismas personas se quejan de la carga pesada de los impuestos, la corrupción y la inseguridad. Si no alzamos la voz y tomamos pasos contra la abierta y flagrante desobediencia del gobierno civil a la Ley de Dios el mismo gobierno civil servirá a Dios como instrumento del juicio de las maldiciones del pacto sobre nuestro desobediente silencio.
La semana pasada ví un video de un diputado, donde una señora le reclama a sus colegas en la cámara de diputados. “No necesitamos más reformas. Necesitamos que dejen de robar,” dijo. Suena bien pero el problema está en la misma estructura del gobierno. Lo que el pueblo pide del gobierno, salvación por declaración de ley, incentiva la corrupción. No hay reforma ni reclamo ni llanto que vaya a cambiar esto, más que una reforma estructural en el corazón del pueblo. La salvación está solamente en Cristo y punto. La santificación está en crecer en obediencia a la Ley de Dios.
“¡Cuánto amo yo tu ley, todo el día medito en ella!” Salmo 119:97.
Mientras esperemos la salvación de parte de la ley civil vamos a tener más impuestos, corrupción, injusticia e inseguridad y el círculo vicioso de más reformas que resultan en más impuestos, corrupción, injusticia e inseguridad.
Aun así, me rehúso a ser pesimista acerca del futuro de mi querido México. Cristo reina y va a reinar en el corazón de México. No es cuestión de sí o no, sino de cuándo y de cuál generación de cristianos va a tomar el reto de ser sal y luz. Espero que sea esta generación. Que seamos verdadera sal y luz.
“Es tiempo de que el juicio comience con la casa de Dios.” 1 Pedro 4:17