VISIÓN AMÉRICA LATINA

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El estado de bienestar: victimizando al beneficiario.

“Pues a los pobres siempre los tendrán entre ustedes, y pueden hacerles bien cuando quieran; pero a mí no siempre me van a tener” Marcos 14:7

Este pasaje más que retratar un panorama desolador en donde la pobreza nunca será resuelta, o un fallo en el plan de Dios, retrata un panorama realista, así como la necesidad de despertar en la Iglesia la responsabilidad de cuidar de los necesitados siempre, de ninguna manera se nos dice que los pobres siempre permanecerán pobres, sino que la caridad bíblica ayudará a nuestro prójimo que se encuentre en necesidad a salir de ella para que este mismo pueda ayudar a alguien más.

Los sistemas de bienestar modernos son la respuesta humanista a una necesidad latente, pero el que se pretenda buscar una solución a un problema no necesariamente lo hace moralmente bueno, como todo lo que hace el hombre fuera de Dios termina en caos y en un problema mayor, el estado de bienestar moderno no es la excepción, el resultado, el infierno en la tierra victimizando a aquellos a quienes pretende ayudar.

El modelo bíblico de ayuda al necesitado.

Antes de poder analizar el modelo bíblico de la caridad es importante entender primero qué es el hombre, la Biblia nos da indicios de esto y nos debe ser suficiente, primeramente, se nos dice que el hombre es hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27), por lo cual tiene dignidad, segundo, el aspecto dinámico del mismo, para lo que fue creado o la tarea que le fue dada, la de ejercer dominio sobre la creación (Salmos 8:5-6).

Esto es importante porque los modelos humanistas de la caridad parten de un entendimiento opuesto al bíblico, lo cual concluye en resultados distintos.

El creyente tiene un deber moral de ayudar al necesitado, pero no sin antes tomar en cuenta dos aspectos importantes, mayordomía y juicio. Debemos tener claro que somos mayordomos de los bienes que tenemos en nuestro poder, esto quiere decir que no contamos con la propiedad absoluta, sino que la propiedad sobre ellos es delegada, por lo tanto, rendiremos cuentas de lo que hicimos con cada una de ellas, así que la caridad se ejerce con un corazón alegre y a su vez con un sentido de responsabilidad. El segundo aspecto, el juicio, es parte importante de la caridad bíblica porque al entender nuestra mayordomía naturalmente nos anima a juzgar antes de ayudar. Pablo nos pone un antecedente sobre este juicio:

El que no quiera trabajar, que tampoco coma» 2 Tesalonicenses 3:10

Entonces, no solo es dar por que sí, sino juzgar antes de dar. He visto cómo el ser movido por el corazón sin un buen juicio previo genera dependencia e irresponsabilidad, desgraciadamente cuando se han dado estos casos, el “ayudado” termina enojado y hablando mal cuando se le retira la ayuda. Pablo en el pasaje de 2 de Tesalonicenses deja ver que no es inmoral el no ayudar a alguien que se rehúsa a trabajar, sino que la consecuencia es justa y en muchos casos es una muestra de amor que incluso la supuesta “ayuda”. 

Ahora, estos aspectos sobre la caridad son importantes porque nos apuntan a una ayuda que va más allá de lo económico, el hombre que recibe esta ayuda no solo se le fortalece económicamente sino moralmente y en carácter. Si la ayuda que estamos brindando no está orientada a esto, debemos repensar qué tipo de caridad estamos dando.

La “ayuda” a alguien que es perezoso o que ha sido mal mayordomo y no pretende hacer ningún cambio, es un daño a largo plazo, porque se fomenta la falta de carácter, responsabilidad y propósito.

Un precedente de esta ayuda que contiene principios que nos pueden servir lo encontramos en Levítico 19:9-10:

“Cuando siegues la mies de tu tierra, no segarás hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu tierra segada. Y no rebuscarás tu viña, ni recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.” Levítico 19:9-10

Esta ley del Antiguo Testamento permitía a los pobres espigar en los campos, pero no les daba comida gratis: debían salir, trabajar y recogerla ellos mismos. Este mismo principio debiera aplicarse en cualquier situación que requiera de nuestra ayuda. Este principio promueve la dignidad del trabajo, incluso en la pobreza. Podríamos decir que la ayuda sin una exigencia ética es violencia hacia aquel que se ayuda, en estos términos el no dar al que se rehúsa a trabajar se vuelve ayuda genuina a largo plazo.

Teniendo esto en cuenta, podemos encontrar 3 aspectos importantes dentro del modelo bíblico de la caridad,

  1. Preservar la dignidad humana.
  2. Exigir responsabilidad.
  3. Apuntar hacia la restauración.

Ahora, dentro del modelo humanista de “bienestar” podemos observar lo opuesto, pero, así como la perspectiva bíblica de la caridad yace sobre el concepto del hombre, el modelo humanista lo hace también.

Para el Estado el hombre dista de ser un ser hecho a la imagen y semejanza de Dios con dignidad y con un llamado de sojuzgar la tierra, para el Estado, el hombre no es más que un presupuesto asignado, una cifra electoral. El hombre es visto como un ser pasivo incapaz de cambiar su entorno, así que se convierte en un cliente del Estado paternalista. Esta visión presupone varias cosas, entre ellas que la pobreza no es culpa del hombre sino del entorno, así que, si el hombre es pobre, es porque el sistema “le falló”, siempre hay un culpable, el modelo económico, la religión, el gobernante en turno, entonces esto nos lleva inevitablemente a borrar por completo la responsabilidad del hombre, tanto personal como moral. 

Como consecuencia de esto surge una cultura de “derechos sin responsabilidades”, se normaliza el recibir sin esfuerzo, por lo tanto, se desmotiva la superación y la dignidad.

Ahora, como todo es culpa de alguien más o sea del entorno, el Estado mesiánico tiene la tarea de modificarlo tomando el rol de Dios, de la familia y la iglesia, como administrador, castigador y redentor. Entonces el hombre deja de ver por su llamado de servicio supliendo necesidades (incluida la caridad) dentro de su comunidad rompiendo su sentido de identidad y vocación.

La caridad bíblica exige la ayuda al necesitado que está próximo a ti, esto tiene el propósito de saber a quien estamos ayudando y de poder orientarle a la restauración, las becas, los subsidios y los apoyos gubernamentales carecen de esto, por lo tanto, la libertad personal y la dignidad del trabajo son cambiadas por la dependencia y la esclavitud.

El regreso a la caridad bíblica necesita primero una restauración del entendimiento de lo que Dios dice que es el hombre y lo que debe hacer, fomentar la ayuda dentro de las iglesias sin olvidarnos de los conceptos de mayordomía y juicio. Teniendo en mente la dignidad del hombre, su llamado y la restauración personal y moral.

Como cristianos debemos entender que los apoyos del gobierno carecen de un enfoque correcto hacia el hombre y más que ayudarlo le arrebatan la dignidad, su propósito y lo esclavizan a él y a su descendencia. 

Mientras el estado de bienestar humanista victimiza a sus beneficiarios, la caridad bíblica los reorienta a su verdadero llamado bajo Dios.

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