Cada año nuevo es un “nuevo comienzo” aunque muchas cosas permanezcan igual, este sentir de empezar algo es emocionante, y creo que estamos hechos de esta manera, para echar a andar planes y construir. Pensando en este nuevo comienzo, leyendo Éxodo 25, especialmente en los versículos 31-40 donde se narran las instrucciones dadas por Dios acerca del Candelero de oro, es importante notar que el simbolismo en estos pasajes sobre el Tabernáculo en general son símbolos que apuntan a una realidad futura que verían su cumplimiento en Cristo, sin embargo, estos símbolos o sombras siguen ahí para enseñarnos el día de hoy acerca de lo que fue cumplido y lo que está cumpliéndose en Él.
Hay una fuerte conexión entre los nuevos comienzos con el Candelero de oro. El diseño del candelero tenía que asemejar a un árbol de almendro según leemos, y es interesante que este árbol tuviera la función de alumbrar; no es común que asociemos un árbol con la luz, normalmente lo ligaríamos a la sombra o al descanso, sin embargo, su función dentro del Tabernáculo era la de alumbrar, no olvidemos que la luz se asocia con la vida, así que esta “sombra” tenía el propósito de traer a la mente el árbol de la vida que se encontraba en el Edén. Muchos de los utensilios, así como la vestimenta de los sacerdotes tenían esta misma función, de una manera didáctica instruir al pueblo sobre las bendiciones del huerto de Edén así también como la futura restauración de este. Así que se podía reconocer al mirar al candelero que la fe en el Dios vivo era una fe orientada a la vida y a la restauración.
La Biblia nos dice que el Señor es luz, (Juan 8:12, 1 Juan 1:5, Salmo 27:1, Efesios 5:8, 1 Pedro 2:9, Salmo 18:28) y este árbol representado en el candelero representaba al Señor mismo, la vida y la luz. Ahora, el que este árbol fuera un almendro liga la vida y la luz con la Palabra-Ley de Dios, como leemos en Jeremías 1:11-12:
“La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.”
El almendro es uno de los primeros árboles que florecen en la primavera, y la palabra almendro en el hebreo se asocia con la palabra “vigilar” o “vigilante” por el mismo hecho de que el almendro es el primer árbol que florece y denota esperanza, así mismo también al ser el primer árbol que da señales de vida después del invierno.
El hecho de que el Señor se identifique a Él y a Su palabra como un almendro significa que Él vigila sobre Su Pueblo y apresura a cumplir sus promesas. La vara de Aarón que se encontraba dentro del arca junto a las tablas de la Ley era una vara de almendro (Núm. 17:8), así que tanto la Ley que muestra el carácter de Dios, el almendro muestra a Dios mismo dando vida, vigilando y apresurando Su palabra para ponerla por obra.
Entonces la luz y el almendro tienen mucho en común, podríamos pensar en el almendro como “el árbol que vigila”
En la Biblia encontramos muchos textos en los que se relaciona la luz con la vida, la Palabra de Dios con una lámpara, Dios mismo como luz, incluso su propio pueblo también es identificado de esta manera, y es interesante notar cómo Dios nos da estos textos para que entendamos que Su Palabra nos alumbra y que Él mismo vela por nosotros, recordando al almendro. En estos tiempos difíciles y de cambios encontramos gran alivio al volver a estos pasajes porque nos recuerdan no sólo que Cristo nuestro Rey vela por nosotros y nos da Su palabra para guiarnos, sino que también como leemos en Jeremías, Él apresura su Palabra para ponerla por obra, para darnos la vida y restaurar todas las cosas.
Ahora, el Candelero como un símbolo, de ninguna manera tiene una función contemplativa, sino ética. El Candelero nos muestra a Cristo como el vigilante, la luz y el que da vida, sin embargo, nosotros al estar unidos a Él tenemos una tarea también de vigilar, anunciar y alumbrar (Mateo 5:14-16). Un dato interesante sobre esto es que James Jordan comentó que el Tabernáculo es un mapa cósmico, en su comentario ligó el lugar Santo (donde se situaba el Candelero) con el firmamento y el cuarto día de la creación,donde los hombres son representados como los cuerpos celestes diseñados para señorear, dirigir y alumbrar.
El Candelero de oro no era un utensilio decorativo, sino que apuntaba a un nuevo comienzo, a una tarea y a una futura restauración de las bendiciones del Jardín de Edén, representaba a nuestro Señor como quien vela y alumbra a Su pueblo dándole vida, entendimiento y restaurandolo para ser luminares en un mundo que necesita de Su Creador. Una buena perspectiva sobre este nuevo comienzo.