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Las Sanciones: Confirmación del reinado de Jesús.

El domingo de ramos marcaba el inicio de la restauración de la Teocracia, del reinado de Jesús sobre todo y todos; nuestro Señor montado en un pollino apuntaba al carácter de su reinado, un reinado político, pero no humanista, un reinado caracterizado por la paz y el servicio. La marcha de nuestro Señor anunciaba un juicio contra los líderes apóstatas y una nación rebelde y a su vez, la salvación de sus escogidos, pero sobre todo su legítimo gobierno. Lo que tanto había turbado a Herodes al oír la noticia del nacimiento del rey de los judíos estaba cumpliéndose ante los ojos de todos. Y a pesar de que días después los mismos que clamaban ¡Hosana, bendito el que viene en el nombre del Señor! serían los mismos que le darían la espalda, la marcha de nuestro Rey, aunque se dirigía a su muerte no significaba una marcha hacía la derrota sino a la victoria y la conquista. 

Mientras vemos el desarrollo de la semana previa a su crucifixión, Jesús declaró una serie de maldiciones, que justamente eran evidencia de la legitimidad de su reinado. 

Estas maldiciones a diferencia de la perspectiva dispensacionalista en la que se entienden como lecciones morales o espirituales, incluso como sanciones futuras, la perspectiva pactual es que son sanciones judiciales reales en la historia y aplicables tanto a individuos, familias e incluso naciones. Estas maldiciones pronunciadas por Jesús son las mismas que podemos leer en Deuteronomio 28, haciendo eco a la declaración de Jesús mismo en Mateo 5 cuando dijo “no he venido a abolir la ley, sino a cumplirla”, esto nos debería dejar claro que las sanciones en la historia no debieran tomarse a la ligera “espiritualizándolas” o desechándolas, sino que estas mismas son evidencia de que el reinado de Jesús es real y está activo en la historia.

Es curioso ver cómo gran parte de la Iglesia profesa creer en el reinado de Jesucristo pero a su vez desecha las sanciones judiciales en la historia, creo que este es un gran problema que anula la influencia de la Iglesia en el mundo, porque nos deja con un evangelio truncado en el que no hay un Señor sino solo un Salvador, el hacer esto es negar la misma persona de Cristo, no puede haber un Salvador sin haber un Señor, y viceversa, es por eso que el Estado como “dios caminando sobre la tierra” pretende tanto el promoverse como el salvador del hombre, porque haciendo esto implícitamente se declara también su señor. Y como señor tiene la autoridad de aplicar las sanciones judiciales en términos de sus leyes, y mientras el cristiano crea solamente en un salvador no tiene las herramientas para declarar justicia y arrepentimiento.

Juan el Bautista al denunciar el pecado de Herodes estaba poniendo sobre la mesa que este Herodes era responsable ante una autoridad superior a él, una autoridad con la capacidad de traer sanciones por violar su ley; este mensaje es abominable a los gobernantes que creen que no hay una fuente trascendente de moralidad. 

Tanto las maldiciones retratadas en Deuteronomio 28 como las que pronuncia Jesús en Mateo 21,23,24 y Lucas 21 son maldiciones que abarcan no solo aspectos individuales sino familiares y nacionales, solo un Señor, un Rey legítimo puede traer/aplicar estas sanciones, como mencioné, todos aquellos que declararon a Jesús como legítimo Rey estaban declarando a su vez su culpabilidad y el derecho de este heredero de traer estas sanciones a su generación.

La declaración de estas maldiciones por Jesús después de ser aclamado como Rey esperado, no es coincidencia, sino es la confirmación de su reinado legítimo. Las sanciones históricas son centrales dentro del mensaje del cristianismo, porque declaran la manera en la que Jesucristo gobierna a las naciones.

Las sanciones judiciales son importantes porque muestran la inmanencia de Dios en la historia, nos hablan de que Dios está activo en la misma, también confirman la legitimidad de la Ley y la obligatoriedad de obedecerla, que no es una sugerencia y que podemos esperar el colapso económico y social si no obedecemos, así como bendición y progreso si la obedecemos.

Entonces, si queremos retomar el camino hacia una nación cristiana temerosa de Dios debemos tomar en serio las sanciones judiciales en la historia, estas son uno de los ingredientes importantes del mensaje del Evangelio, de las buenas nuevas. 

Por esto es que podemos traducir la marcha de Jesús hacia el calvario como una marcha hacia la conquista y la confirmación de su reinado.

Rushdoony escribe: “Jesucristo es Rey ahora. Su reinado no se pospone. La cuestión no es si Él reinará, sino si nosotros obedeceremos.”

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