Escrito por: Andrea Schwartz Julio 24 de 2013 Traducción: Alberto Mansueti (*)
http://www.wordsfromandrea.com/archives/789.
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.” Hebreos 5:12
El autor de Hebreos reprende a sus oyentes pues pensaba que deberían haber progresado más allá de la “leche” de la Palabra. En nuestros días hay mucho debate acerca de cuáles aspectos de la fe constituyen “leche”, y cuáles “carne.” Algunos consideran que las doctrinas de la elección, la predestinación, o temas de escatología, son la “carne” de la Palabra. Sin embargo, considero que estos son en realidad la “leche”, porque son conceptos que si no se entienden, hacen una Teología coja y discapacitada.
La “carne” tiene mucho más que ver con la aplicación educada de la Ley de Dios a los complejos problemas de la vida de Pacto. Sin conocimiento y comprensión de la Ley de Dios, es imposible navegar en medio de situaciones difíciles, incluidas las que se presentan entre esposo y esposa.
Y si alguna vez hubo punto que requiera sano esclarecimiento y exposición, sin duda uno es el tema de la sujeción de la esposa a su marido. Hay demasiada enseñanza en púlpitos y expositores que no se funda en la Ley de Dios, y no toma en cuenta literalmente ciertos pasajes bíblicos. Como en todas las épocas, hoy tenemos muchas actitudes y conclusiones que son más una reacción a algo que prevalece en la cultura, que una aplicación real de lo que la Escritura dice. Y como señala Bojidar Marinov, muchas de las actitudes que prevalecen tienen más que ver con notas al margen o títulos de prensa en vez de los textos bíblicos reales entendidos desde una perspectiva de pacto. (1)
Tratar el tema de la sujeción tiene mucho de caminar en un campo minado. Es fácil dar un paso en falso y terminar volando en pedazos. La solución no es evitar el tema, sino acercarse con temor y temblor, tanto como trabajando nuestra salvación, para comprender mejor la mente de Dios y poner su Ley en práctica.
Ian Hodge publicó una entrada en su Blog Biblical Landmarks, “Matrimonio, sujeción, y la ayuda que se opone” (Marriage, Submission, and the Helper Who Opposes) en Abril 27 de 2013, que nos brinda otra perspectiva del significado de la expresión “ayuda idónea” (helpmeet), a veces también traducido como “ayudante” (helper).
Escribe Ian Hodge lo siguiente:
Sujeción, como se entiende en general, significa que una persona abandona su voluntad a la voluntad de otro. Es alinear, poner en línea su voluntad con la del otro u otra en perfecta unión. Así, en la ilustración de Pablo, hay sujeción mutua de esposos y esposas. Pero como describe y explica en detalle, la sujeción del marido es en el amor por su esposa como Cristo ama a su Iglesia. Y por su lado la esposa, se sujeta a su marido en la misma forma en que la Iglesia debe sujetarse a Cristo (Efesios 5:21 y siguientes).
Sin embargo, se puede leer demasiado en estos textos si se abstraen de todo lo demás que la Escritura enseña sobre las relaciones hombre-mujer. La Biblia comienza en Génesis 2:18 con un reconocimiento de que Dios creó todas las cosas “buenas”, pero no era bueno que el hombre esté solo. Así que Dios le hizo un “ayudante”. Las antiguas traducciones al inglés ponen “ayuda idónea”. Pero ni una ni otra versión capturan la connotación no tan sutil del hebreo ézer kenegdo (עֵזֶר כְּנֶגְדּוֹ). Esto significa literalmente, “ayuda contra”, “la ayuda opuesta” o “que se opone”, y también se ha traducida como “la compañera frente a él.”
Se puede ver enseguida por qué las dos traducciones, “ayuda idónea” y “ayudante”, son tan inadecuadas: no incluyen la idea de “oposición” contenida en la palabra kenegdo, que significa “contra” u “opuesto”. (2)
Sería fácil descartar la observación de Hodge porque es contraria a la comprensión habitual: que el deber de la esposa es sujetarse a los deseos del marido sin queja o desacuerdo. Esto puede ser en parte por la connotación negativa de la palabra “oposición”, que por desgracia a menudo se reduce a su significado de desafío o rebelión. Pero el Diccionario Webster de 1828 trae diez definiciones de esta palabra:
OPPOSITION, n. [Latín oppositio.]
1. Situación de algo enfrente de otra cosa, por delante; como la oposición de dos montañas o edificios.
2. La acción de oponerse, hacer oposición, tratando de detener, restringir o derrotar. “Se hace oposición a la medida”; “El proyecto de ley fue aprobado sin oposición”. “¿Habrá oposición a la demanda o reclamo?”
3. Obstáculo. “El río no encuentra oposición en su curso hacia el océano”.
4. Resistencia: la oposición de los enemigos. “La virtud se abrirá paso a través de cualquier oposición”.
5. Contraposición o repugnancia de principio; como en la oposición del corazón a las leyes de Dios.
6. Contraposición de intereses, acciones, planes o designios. “Dos partes en oposición entre sí”.
7. Contraposición o diversidad de significados opuestos; como un término en oposición a otro.
8. Contradicción: inconsistencia o incoherencia.
9. El colectivo de “la oposición” política; en Inglaterra es el partido que se opone al Gabinete en el Parlamento; y en EE.UU. de América es el partido que se opone a la administración en curso.
10. En Astronomía, la situación de los dos cuerpos celestes, cuando distan 180 grados entre sí.
Hodge afirma que el concepto de socio adecuado para Adán era de alguien que pudiera servirle en las primeras nueve de las diez acepciones de Webster, o sea todas menos la última en la Astronomía. Dios declaró que no era bueno para Adán estar sin pareja-ayudante porque no estaba completo sin su par, su “contraparte”. Es un error reducir la idea de Eva como “contraparte” que serviría a Adán a la mera función física, sexual. Su importancia va mucho más allá, como dice Rushdoony:
La mujer que es llamada su “ayuda idónea” es su espejo; así como él refleja a Dios, ella lo refleja a él. El esposo comprende cuál es su responsabilidad mirando hacia Dios, y puede verse cómo él cumple con sus deberes y muestra su obediencia a Dios en su relación con su esposa; y asimismo ella es un reflejo de la naturaleza y la responsabilidad de él. (3)
Esto no describe una mujer que acata incondicionalmente toda orden de su marido. Más bien, asume que es la asesora de confianza de su esposo, y como tal tiene en mente los mejores intereses de su familia, y los de él específicamente. Así que ella debe oponerse cuando lo estime necesario para honrar a Dios y guardar sus mandamientos.
Hodge continúa,
Así puede verse por qué tantos maridos encuentran a menudo oposición en sus esposas. Porque ellas fueron diseñadas por Dios para oponerse a ellos, aunque la oposición es para cuando ellos se alejen de la Palabra de Dios, y comiencen a fallar en la realización de las actividades encomendadas por Dios en la vida. “Que tengas dominio”, dijo Dios. “Y aquí te pongo un ayudante capaz de oponerse toda vez que te salgas de este mandato.” (4)
Tres ejemplos
Hay en la Escritura casos de esposas en oposición a sus esposos, justificadas por las acciones de sus maridos. En el libro de Génesis, Abraham había escuchado a Sara acerca de tener un hijo con la sirvienta Agar. Pero años después, Sara vio semilla de conflicto entre Ismael e Isaac, y le dijo a Abraham que sacara de allí a Agar y a su hijo. Abraham no quería hacerlo, pero Dios se puso del lado de Sarah,
“Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.” Génesis 21:12.
Otro caso: Abigail, en I Samuel 25. Viendo ella la terquedad y maldad de su marido Nabal, revocó la negativa de su esposo para abastecer de provisiones a David y sus hombres. Y así salvó a toda su familia.
Según y conforme algunos escritos prevalentes sobre la sujeción de la mujer, Abigail calificaría como esposa rebelde. Sin embargo, tras quitar Dios de en medio a su marido necio, Abigail se hizo miembro de la casa de David. Es claro que Dios la reconoció como mujer piadosa y justa. Y asimismo David.
En estos casos vemos a un varón temeroso de Dios, y a un tonto, pero en ambos el papel de la mujer es crucial para el Plan y el orden de Dios.
La virtud en la oposición de Rebeca
Otro claro ejemplo aparece en Génesis 27. Rushdoony señala que este capítulo de la Escritura es triste. Pero también es muy mal entendido, dando “mala reputación” a Rebeca por engañar a su anciano y enfermo marido Isaac, instruyendo a su hijo Jacob para hacerse pasar por su hermano Esaú el rebelde, y recibir así la bendición de Dios reservado para Jacob. (5) Isaac pensó que no funcionaría, y estaba por no hacer caso a la voluntad de Dios, cuando Rebeca actuó. Rushdoony escribe:
Decidida a evitar que su marido pecara al reemplazar la elección de Dios con la suya, ordenó a Jacob traerle dos cabritos; sabía cómo prepararlos para engañar a Isaac, y que la bendición fuera a Jacob (versos 5 a 10).
Jacob dudó si el engaño tendría éxito, porque Esaú era de pecho velludo, y Jacob de piel tersa (verso 11). El ciego Isaac, al colocar su mano en Jacob, notaría la diferencia, y maldeciría a Jacob como engañador (verso 12). La respuesta de Rebeca fue “Hijo, sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz, y anda tráemelos” (verso 13).
Aquí lo importante es entender qué quiso decir con “Hijo, sobre mí tu maldición.” Las maldiciones y las bendiciones son hechos pactales: bendiciones por fidelidad al Pacto, maldiciones por quebrantamiento.
Y un juramento es una invocación personal de bendiciones por la obediencia al Pacto, o de maldiciones por la desobediencia. Sólo podemos comprender aquí a esta madre con su hijo sabiendo el significado de las bendiciones y maldiciones. Rebeca no esperaba maldecir a nadie, sino evitar que Isaac atrajera maldición sobre sí mismo. Amaba a Isaac, y quería impedir que le llegara la maldición de Dios. Y amaba a Jacob, por eso le animó a ser audaz, porque Dios había ordenado que él fuese bendecido. Temerosa de Dios, Rebeca temía el posible juicio divino sobre Isaac, y sobre Jacob. (6)
Cuando se expone este episodio, normalmente se presenta a Rebeca como mujer algo retorcida, que no se sujetó a su marido, y que no confiaba en Dios. Pero mirado desde la perspectiva de Pacto, Rebeca fue una esposa fiel, que se opuso a su marido porque Isaac estaba a punto de caer en desobediencia al Dios vivo, y atraerse maldición. Rushdoony sigue explicando:
Rebeca quería, en primer lugar, evitar que Isaac atrajese la maldición de Dios sobre su cabeza; y el que Isaac estaba ahora preocupado por la seguridad de Jacob es indicación segura de un cambio de postura.
En segundo lugar, Rebeca apoyó a Jacob no sólo para obtener una bendición ya ordenada por Dios para él, sino también para protegerle de la ira de su despiadado hermano. Y en tercer lugar, Rebeca quería una esposa piadosa para Jacob. No era consciente de la decadencia religiosa en su familia, pero ellas eran mejores que las chicas locales. Lo que hizo Rebeca hizo fue ser fiel al Pacto y a su integridad. De modo inequívoco, temía el juicio de Dios sobre Isaac y Jacob.
Leer los acontecimientos de este capítulo bajo perspectivas actuales es lo corriente hoy en día, pero lo de máxima importancia para Rebeca era la promesa del Pacto de Dios; y ella actuó en consecuencia. No es cierto que su motivo fue favoritismo para Jacob; ella se parcializó, sí, pero su preocupación primera fue por el Pacto, y la promesa de Dios para ese hijo. Eso fue lo determinante en su parcialidad. (7)
La Biblia no dice que una esposa es libre para violar el Pacto a fin de ser considerada cónyuge “sujeta” a su esposo. Como coherederos, marido y mujer deben actuar al unísono, cada uno aportando su compromiso con la Palabra de Dios como punto de partida para cualquier discusión o decisión. En el mismo capítulo de I Pedro donde las esposas son instruidas para someterse a sus maridos, a los maridos se les dice:
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” I Pedro 3:7.
Seguramente Rebeca le había contado a su esposo la revelación de Dios acerca de sus hijos, y la venta de la primogenitura de Esaú a Jacob era muy probablemente conocida. Por otro lado, Esaú había sido infiel al Pacto tomando dos esposas de los hititas, y la Biblia dice que fue “amargura” para sus padres. (Génesis 26:34-35) Las oraciones de Isaac fueron estorbadas en tanto seguía prefiriendo a Esaú, sin tomar en cuenta el consejo de su esposa; no le trataba con honor, y no permitía que ella actuara como su espejo.
Proverbios 18:22 dice que “Quien halla esposa encuentra el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová.” Cuando el mayordomo Eliézer (Gen. 24) fue enviado para buscarle esposa a Isaac, oró a Dios para que le mostrase la mujer escogida. El cuidado providencial de Dios mostrando a Rebeca para Eliezer, evidencia que Dios la eligió para ser la esposa del patriarca, elección que puso a Isaac en buena condición.
¿Y qué pasó con Eva?
Algunos dirían que parte del castigo de Dios a Adán tras la Caída, fue por escuchar el consejo de su esposa. (Génesis 3:16 y siguientes.) Hodge explica:
El problema fue que Eva entendido mal su rol. Ella debía ayudar al hombre a mantenerse encarrilado en obedecer a Dios en todas las cosas, no en descarrilarse desobedeciendo a Dios, como fue lo que hizo. Del mismo modo, Adán tenía que escuchar a su esposa, pero no cuando estaba equivocada; y en este tema de la fruta prohibida, estaba muy equivocada. (8)
Hodge argumenta que Satanás se acercó a Eva en primer lugar por el papel que Dios le asignó. Es como cuando los grupos de presión quieren convencer o sobornar a un congresista para conseguir su voto en un tema en particular, ¿van directamente? No, se le arriman primero a un asesor, para allanar el camino.
Satanás fue al consejero de confianza de Adán, sabiendo que si conseguía que Eva aceptase sus proposiciones, Adán no tendría después a nadie para oponerse a él en cuanto fuese tentado. (9)
Buscando el equilibrio
El libro de Efesios instruye al marido y a la esposa para entender su relación como una imagen o reflejo de la relación entre Cristo y su Iglesia. Cada cual tiene su propia vocación o llamado en el matrimonio: “El requisito de sujeción no significa que la esposa renuncia a su derecho de hacer oposición, sino que una mujer debe aprender a oponerse en las cuestiones correctas de la manera correcta.” (10)
Aquí llegamos a la “carne” de la Palabra de Dios. Para ejercer su derecho de oposición, la sujeción de la esposa debe reflejar, por analogía, cómo la Iglesia debe sujetarse a Cristo. Y la Iglesia no es libre para desobedecer los mandamientos de Dios; pero como criaturas, no siempre nosotros entendemos o estamos de acuerdo con Su Voluntad, la cual no siempre es manifiesta, y por eso mucho se nos alienta a pedir con fervor. (Recordemos las parábolas sobre la oración: el vecino que llama a la puerta en medio de la noche, en Lucas 11, y la viuda con aquel juez injusto, en Lucas 18, son ejemplos para mostrarnos al pueblo de Dios cómo nos relacionamos con el Señor en lo que pedimos). Así también una esposa debe elegir con cuidado su oposición, en asuntos que considera fundamentales para la fidelidad al Pacto: y debe manejar con cuidado su deseo de observar fidelidad al Pacto, para no destruir la estructura de la familia. Del mismo modo, su marido no puede ignorar las peticiones de su esposa, como Dios no ignora las de su Iglesia.
Personalmente, en casi cuatro décadas de matrimonio, he fracasado muchas veces en este empeño. Aun con la razón de mi lado, a menudo sobrevaloraba el contenido de mi argumento, y restaba importancia a la forma en que lo transmitía. Pedro amonesta a las mujeres,
Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la Palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. (I Pedro 3:1-2)
A veces me ha faltado tomar en cuenta lo de “conducta casta y respetuosa”, y así he saboteado mis esfuerzos por resolver asuntos importantes. ¡No he podido contener mi lengua o utilizarla sabiamente! Sea que yo considerase o no que mi marido estaba “luchando lealmente,” mi responsabilidad era temer a Dios y guardar sus mandamientos. (Eclesiastés 12:13). Y la instrucción de Pedro es fomentar la resolución de conflictos, no es enterrar los desacuerdos. Hodge comenta lo siguiente sobre la “batalla de los sexos” en el matrimonio:
Los hombres no quieren obedecer plenamente los mandamientos de Dios. Y sus esposas no quieren oponerse a ellos en estos temas serios, pero en una pila de asuntos triviales ¡les encanta oponerse! Los hombres quieren mandar a sus mujeres, en vez de formar con ellas un poderoso equipo, reflejando la relación de Cristo y su Iglesia. Resultado: con harta frecuencia el hombre está tan ocupados dando órdenes que no se toma el tiempo para escuchar a su ézer kenegdo.
Hay un desafío, entonces, tanto para los esposos como para las esposas. ¿Cumplen los hombres con su deber de obedecer los mandamientos de Dios? ¿Ve la esposa a su esposo como Dios le ve, le ayuda a identificar su verdadera vocación en Dios, le apoyan en ella, y se le opone cuando se desvía del camino que Dios le ha trazado? Si no es así, es hora de hacer algunos cambios. (11)
Aprender a ser esa mujer virtuosa y poderosa de Proverbios 31, requiere de humildad, de madurez y de compromiso. Conocer la Ley-Palabra de Dios lo suficiente y en la práctica es esencial para una mujer que anda bien por los caminos de su casa. Al final de cuentas, hombres y mujeres en alianzas de matrimonio son los bloques de construcción para una sociedad piadosa; sólo cuando están dispuestos a apoyarse, pulirse y desafiarse mutuamente, la fidelidad de sus esfuerzos producirá una cosecha abundante.
Notas
(1) Bojidar Marinov, sermón “Restoring Jacob’s Reputation,” en Church of the King, Mc Allen, TX. Ver churchofthekingmcallen.org/wp-content/uploads/2012/02/20120205.mp3
(2) Ian Hodge, Blog Biblical Landmarks, entry of April 27, 2013 “Marriage, Submission and the Helper Who Opposes.” http://biblicallandmarks.com/wpl/marriage-submission-and-the-helper-who-opposes/
(3) Elizabeth Fellersen, ed., Toward a Christian Marriage, R.J. Rushdoony, “The Doctrine of Marriage”, Vallecito, CA: Ross House Books, 1972, pág. 14.
(4) Hodge, Blog, ya citado.
(5) Bojidar Marinov, en el sermón ya citado, interpeta esta parte de la Escritura desde una perspectiva pactal, reivindicando a Rebeca y a su hijo Jacob frente a muchos juicios negativos de otros autores.
(6) R. J. Rushdoony, Genesis, Vallecito, CA: Ross House Books, 2002, pág. 193.
(7) Ibid., págs. 194-95.
(8) Hodge, Blog.
(9) Ibid.
(10) Ibid.
(11) Ibid.
(*) Nota del Traductor: vale aclarar que en inglés la palabra helpmeet se traduce como “ayuda idónea”, y helper como “ayudante”. Y que en español las palabras “sujeción” y “sumisión” no tienen igual connotación. “Sujetarse” a la autoridad de otro no es igual que “someterse”; pues en la segunda expresión hay algo de incondicionalidad y autoritarismo. Por ello, decir que la mujer debe “someterse” al marido se ve como de mal gusto y “machista”; y no suena igual a decir que debe “sujetarse” al marido. Y lo mismo los hijos a sus padres, y los ciudadanos a los Gobiernos.