VISIÓN AMÉRICA LATINA

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Burlarse de Dios – Consecuencias para la Familia

Por Roger Oliver

Leyendo 1 Samuel 1 esta mañana, me llamó la atención un detalle de la dinámica de la familia y el peligro de ignorar el diseño de Dios. El diseño de Dios para el matrimonio es un hombre y una mujer. Cuando los fariseos cuestionaban a Jesús sobre el divorcio, “Él respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? (Mateo 19: 4, 5 citando Génesis 1:27; 5:2 y 2:24).

El texto dice los dos serán una sola carne, no los tres o cuatro. Tampoco dice dos hombres o dos mujeres serán una sola carne. Pero el acto íntimo nos une si queremos o no. Si son muchos, pierde su función de unir al hombre y a la mujer en una sola carne. “¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.” (1 Corintios 6:16)

Elcana, el padre de Samuel, tenía dos esposas, Ana y Penina. Penina tenía hijos pero Ana era la amada. Elcana mostraba su favoritismo a Ana por darle una parte escogida de la carne del sacrifico anual. Las dos mujeres no vivían en paz bajo el mismo techo. Eran rivales. A pesar de la bendición de tener hijos, Penina se sentía rechazada y tomaba venganza de Ana, “Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.” (1 Samuel 1:6)

Las doce tribus de Israel nacieron en un ambiente de rivalidad entre dos esposas hasta involucrar a sus siervas (Génesis 29:31-30:24). La nación de Israel fue fundada en un ambiente de pleitos familiares que impactó toda su historia. Aunque el cuento de la guerra entre las esposas no dice que estaba prohibido tener más que una esposa, los eventos enseñan lo que debe ser obvio. ¿Quién en su sano juicio invita el pleito y rivalidad adentro de su casa? “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan?” Proverbios 6:27

La familia es el cimiento de la organización de la sociedad según el diseño y la Ley de Dios. Lo que perjudica a la familia perjudica a la sociedad. La infidelidad y todo tipo de infracción sexual destruye la sociedad, incluyendo las leyes del gobierno civil que van en contra de la Ley de Dios para el matrimonio y la familia. Las leyes que aprueban el matrimonio entre personas del mismo sexo son solo un ejemplo más obvio. Los impuestos excesivos que descapitaliza a la familia, las leyes que hace difícil arrancar un negocio familiar, los programas de fondos del gobierno para un sin fin de apoyo a las madres solteras y el aborto legalizado y pagado con fondos públicos también perjudican a la familia.

Dios es un Dios celoso. El celo para proteger para uno mismo lo que Dios dice que debe ser una relación exclusiva, no es pecado. Así debe ser. Es inevitable, parte de la imagen y semejanza de Dios en nosotros. Inevitablemente provoca rivalidad en la familia en que una de las dos es infiel a la exclusividad de la relación matrimonial. No es el ambiente que Dios diseño para el matrimonio ni para criar a los hijos en la disciplina y amonestación del Señor. La sociedad que ignora esta ley está contribuyendo a su propia destrucción.

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.” Deuteronomio 30:19

 

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